La Capilla del Señor de Gutiérrez, a un costado del Templo de San Sebastián, es uno de los sitios más especiales de la Ciudad de Guanajuato, construida por el Señor Gutiérrez, dueño de los terrenos en ese entonces, para dar servicio religioso de los trabajadores de una de tantas Haciendas de Beneficio que hubo a lo largo del Río Guanajuato, esta tiene una historia muy particular que comienza con la devoción de su Cristo Negro.
Construida desde 1750, muy pronto, con el paso de los años, se comenzó a utilizar como un Campo Santo, ya que, por aquella época, mucho antes de las Leyes de Reforma, los entierros y registros, estaban en manos de la Iglesia Católica por lo que, no existían los cementerios, nos comenta Marisa Andrade especialista en arte funerario y encantada de la historia de esta ciudad, famosa a nivel mundial por sus panteones y momias.
Como Campo Santo, es famosa la historia, de que en este lugar, se enterraron a las personas que a finales del siglo XVIII, sucumbieron a la grave epidemia de cólera, acaso de esta tragedia, es que se adoptó la devoción por San Sebastián, a quien, hay que recordar, desde la Edad Media, se le atribuía conceder protección contra las pestes a sus creyentes, en dicha capilla, se encuentran un par de hermosas representaciones, acompañando al Señor de Gutiérrez.
Un poco de historia del cristianismo, por ahí del año 260, en Roma, era prohibida esta creencia, la cual era profesado en catacumbas, San Sebastián, es uno de los santos que tiene una historia muy peculiar, es sometido a doble martirio, ya que en el primero se trataba de enterrarle flechas en lugares no vitales, para que el dolor y el desangrado acabaran con su vida, tras el martirio es abandonado por los ejecutores y después recogido por amigos y seguidores, para darle resguardo y curarle sus heridas, después de ello, al volver a ser visto por el emperador romano Diocleciano, se aseguraron de azotarlo hasta la muerte.
“Glorioso mártir San Sebastián, protégenos contra la peste, el hambre y la guerra; defiende nuestras plantaciones y nuestros rebaños, que son dones de Dios para nuestro bien y para el bien de todos”