Oiga más acerca de este característico punto de la capital guanajuatense.

Nadie duda que la Presa de la Olla es un ícono de la ciudad y las fiestas de San Juan otro de los intangibles que distinguen a Guanajuato como patrimonio de la humanidad, pero conozcamos un poco más acerca del origen de esta celebración que continúa tejiendo comunidad a pesar del paso de los siglos.
Y es que se dice fácil que ya faltan menos de tres décadas para que se cumplan 3 siglos de la culminación de la cortina de la presa de la Olla como un proyecto financiado por Don Vicente Manuel de Sardaneta y Legaspi, el primer Marqués de San Juan de Rayas y benefactor y gobernante de la ciudad que habito en la casa de arquitectura barroca situada a un costado de las escalinatas de la Universidad de Guanajuato en lo que hoy es el Museo del Pueblo de Guanajuato.
Después de dos siglos de haberse encontrado los primeros yacimientos de minerales preciosos, la ciudad de la Santa Fe de Guanajuato crecía, la bonanza del mineral de Rayas, con su socavón de más de 400 metros de profundidad, sigue siendo un ejemplo de la ingeniería y avances tecnológicos atraídos por quien sigue siendo un personaje poco conocido por los guanajuatenses.
Y es que con el crecimiento el agua se volvió en un necesidad de primer orden para la industria minera y para decenas de miles de mineros y animales de carga, que como en la actualidad, veían la necesidad de acudir a la patrona de Guanajuato para pedir por la llegada de la lluvia, que otros años, venía con tal fuerza que había que recurrir a la virgen para lo contrario.
Con el fin de de almacenar el agua y lo mismo tener control sobre la fuerza del agua que siempre ha amenazado los inmuebles por la fuerza con que fluye de las sierras y montes que los rodean, el 8 de diciembre de 1741 comenzo la construcción de esta presa elaborada con hermosa cantería de la región que culminó 8 años después.
Siendo un día de San Juan, el día que se descubrió el mineral de Rayas, que fué uno de los primeros y principales yacimientos mineros durante la época y dadas las costumbres y tradiciones del catolicismo, no resulta difícil encontrar la relación que este símbolo de la ingenieria hidraúlica del siglo XVIII se volviera el espacio público donde los guanajuatenses de antaño y ahora se encuentran como les enseñaron sus ancestros.

Misa, carrera atlética, torito, jaripeo y antojitos no pudieron faltar.

Como cada año, el milagroso señor del Pino, recibe la veneración de sus feligreses que suelen visitar el lugar para mostrarle agradecimiento a este santo que acompaña lo mismo a los guanajuatenses que a quienes de otras latitudes le han confiado su protección y bondad.
Por eso no sorprende encontrar a devotos de zonas aledañas como la Meza cuata, La concha, Agua Colorada, las carreras, la luz, Sangré de Cristo, Mexiamora. lo mismo que de otros municipios del estado y de ciudades como México, Ciudad Juárez y hasta de los Estados Unidos.
Una vez cumplidos los deberes religiosos, no faltaron los espectáculos acostumbrados, el Torito, los mariachis, la danza de concheros, músicos de banda.
Pero sobre todo el jaripeo con sus peligros y aventuradas caídas pintaron de emoción la tarde de todos que se dieron la labor de cumplir con la tradición centenaria que acompaña esta fiesta.
Como no hay fiesta en Guanajuato sin el sabor del intangible de la cultura gastronómica de la zona, los feligreses se dieron un agasajo que en pocos lugares se puede disfrutar tanto. había pozole, tacos, duros, elotes, guacamayas, dulces típicos, micheladas
Por último, la carrera atlética, que se aúna a esta conmemoración y es organizada por el atleta internacional Apolinar caudillo y su familia que junto con otros creyentes que de aquí, en el país del norte o dónde sea que se encuentre, se preocupe por cumplirle al señor del Pino y ser beneficiario de sus favores.

Desde temprano en la mañana los tronidos de cuetes anunciaron el inicio de la procesión para celebrar el día de la Santa cruz.
A las 8 de la mañana y con la Plaza llena de familias que se encomiendan a las bendiciones de la Santa Cruz.
Cuenta el padre Cristian, vicario de la Basílica Colegiata de nuestra señora de Guanajuato, que está tradición se inicia desde el siglo 3 después de Cristo cuando la madre de Constantino busca reedificar el templo donde se había crucificado a Jesús, y es cuando trabajadores de la construcción desenterraron 3 cruces en el monte Calvario.
También aclaró, que cada 14 de noviembre se celebra la Santa Cruz en el mundo, pero sólo en México se celebra el 3 de mayo, como reconocimiento al intangible de la celebración única, que Guanajuato alcanza una plástica única.
Y es la ciudad de Guanajuato un testimonio del duro trabajo que los albañiles, burros, matacuaces, yeseros, loceros, ladrilleros y demás participantes de la construcción a diario realizan y se debe reconocer.