Fíjese que viene a mi mente esa telenovela de 1979, con Verónica Castro y Rogelio Guerra, Los ricos también lloran. No cabe duda de que la ley a veces suele ser completamente ciega, tan así que no se dieron cuenta que uno de los más chipocludos constructores de la capital, amigo del alma del presidente municipal, fuera a caer en los cuernos del toro. Así fue, lo agarró el alcoholímetro y él sabía que habría de arriesgar mucho y perdería si charoleaba o la hacía de emoción, así que como decimos muy coloquial, se dispuso y tragó camote.

No pasó el alcoholímetro este homónimo del ex gobernador Carlos Medina, se llevaron su coche, y hasta la fecha no nos contestan si efectivamente durmió en el torito o fue rescatado y llevado en tiempo y en forma a la suite de alguno de sus hoteles.

El constructor favorito, como el niño consentido, como el muchacho chicho de la película gacha, pasó inadvertido para los gendarmes que tuvieron entre sus garras a uno de los más gallones en la historia actual de la capital.

Y hablando de temas peliculescos o novelescos surge nuevamente el terrible miedo a los contagios como en aquella película de los noventas, El Ébola, en donde la capacidad de un virus puso de rodillas a los gringos y a los africanos.

Aquí el SARS-COV-2 sigue a todo lo que da, pero ya agarró parejo en todo el planeta. La pandemia sigue enseñando que es muy importante tener un buen gobierno para salir lo antes posible, así como en todo el mundo, lástima que en México, aquella expresión del presidente que para marzo estaríamos todos vacunados nomás es atole con el dedo.

Y así como los panistas trajeron a un impresentable de Vox hace una semana, ahora el presidente recibe a su cuate, el represor cubano, otro impresentable, lo trata de maravillas, le palmea la espalda, pero no le aprende nada, pues en Cuba ya están vacunando a los niños previendo salir lo antes posible de la actual crisis sanitaria.

Aquí nomás no se ve pa’cuándo. Y por más que el gobierno guanajuatense se lamente y se la miente al presidente, padece de oídos sordos y el panorama se ve borroso.

Aunque ya salió alguien por ahí a decir que la pandemia en el mundo podría ser domada a mediados del 2022, siempre y cuando la mayoría de los humanos de este planeta estén vacunados. Eso suena padrísimo porque lo que es un hecho es que el SARS-COV-2 llegó para quedarse.

Tan así que la cifra actual de contagios en alumnos y maestros que regresaron a clases se sigue dando, no cede. Pero lo que tampoco cede es la inercia dictaminada desde Palacio Nacional, que llueva, truene y relampagueé, la educación ya no puede detenerse más tiempo.

Y se entiende, todo es para buscar un mejor futuro.

Ah, cómo recuerdo esa producción televisiva, la serie La Antorcha Encendida, que enarbolaba esa historia heroica de un 15 de septiembre de 1810, cuando el padre Miguel Hidalgo y Costilla arengó a los labriegos del pueblo de Dolores Hidalgo a terminar con los abusos y atropellos de los españoles, gritando “fuera los gachupines, fuera el mal gobierno”.

Ahora los deslucidos festejos patrios otra vez dejaron a los mexicanos con ganas de gritar ¡Viva México!, así como ocurrió en Guanajuato, donde se escucharon los malos consejos de los flacos pepes grillos, que le dijeron al presidente algo así como nosotros podemos solos y se la jugaron a que los guanajuatenses vieran el grito de independencia por las redes sociales, una apuesta que perdieron rotundamente con un alcance de vistas que deja en ridículo a esta ciudad, la primera donde el ejército insurgente se apuntó su primera gran victoria al tomar la Alhóndiga de Granaditas.

Guanajuato tan importante en esta gesta histórica y el festejo tan desnutrido y anémico, dejando ver la mala logística de los flacos pepes grillos de Navarro.

Y ¡agárrese! Porque llueve, truene, relampagueé o incluso tiemble, para antes de que se acabe la administración, Navarro ya dobló las manitas y se comprometió con los concesionarios del transporte público, ese tan deplorable y humillante, que lo pone en riesgo latente y es una calamidad, para que usted pague un peso más por padecer el servicio. Sufrir las calamidades de los ataúdes con ruedas, las chatarras andantes, le va a costar un peso más de su bolsa, para que vea que los importantes para los gobernantes son las élites de las rancias aristocracias dinásticas, y el menos importante es usted, Juan Pueblo.

En estas fechas patrias de levantarse insurgentemente contra los gandallas, es necesario que el pueblo de Guanajuato, con el ámpula que levanta el aumento, no lo permita, y seguramente no lo va a permitir, lo que pinta para una moderna confrontación entre plebe y élite, entre criollos y peninsulares. No permita que sigan poniendo su vida en riesgo y encima le cobren más. Los capitalinos deben dar el grito: “¡Fuera estos concesionarios!” Y que les vaya bien. El pueblo se cansa de tanta tiznadera.

Lo que hasta hace unos días era una moneda en el aire, hoy ya cayó, y cayó en águila. Es el nuevo museo de las momias, que tiene alas y vuela alto para generar desarrollo, atraer turismo e inversiones a la capital.

 

De nada sirvieron aquellos gritos, sombrerazos, mentadas de madre y hasta desnudos de personajes que trataron de llamar la atención con poca ropa y con pocas ideas, pues al final del día, como siempre, tiene que prevalecer la razón y en bien común.

 

 

Y estas fueron Las Garras de León. Miau.