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Distracción con momias de resina: opacidad y desvío de recursos públicos para tapar el Rolex de $250 mil de Ludovico Mata

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El anuncio de que la momia presentada en Zacatecas era en realidad una réplica de resina hecha con tecnología 3D ha destapado más cuestionamientos que aplausos. Samantha Smith confirmó que no se trató de un cuerpo original, sino de una de las 10 figuras que conformarán una colección cuyo costo ascendió a 1 millón 300 mil pesos de recursos públicos, provenientes del Consejo del Fondo para la Promoción Turística (COFOTUR).

Aunque Smith defendió el proyecto asegurando que “todo el tiempo tuvo una placa que decía réplica”, la polémica se desató cuando la propia alcaldesa presumió en redes sociales que había llevado una momia “del Museo”, omitiendo mostrar de manera clara la leyenda que revelaba la naturaleza de la pieza.

Lo que se presume como un esfuerzo por posicionar a Guanajuato en la agenda mediática nacional terminó exhibiendo la falta de transparencia en el uso y manejo de recursos públicos, pues no se han detallado los procesos de contratación, proveedores ni justificación del gasto. Para diversos sectores críticos, este anuncio parece más una estrategia de distracción para desviar la atención del escándalo que rodea al funcionario Ludovico Mata, señalado por portar un reloj Rolex valuado en 250 mil pesos.

Smith defendió la inversión señalando que con estas reproducciones digitales se “supera la limitante” de no poder trasladar los cuerpos áridos originales y que existen “innumerables solicitudes” para que las momias viajen por México y el mundo. Sin embargo, el trasfondo del caso no ha pasado inadvertido: un proyecto millonario sin claridad en su ejecución, opacidad en los contratos y la sombra de un lujo exhibido por un funcionario público que golpea la credibilidad del gobierno municipal.

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Cultura

La época cristera en Guanajuato capital

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La llamada Guerra Cristera fue un conflicto armado y religioso que marcó a México entre 1926 y 1929, aunque en algunos lugares se prolongó hasta los primeros años de la década de 1930. El origen se encuentra en la aplicación de la Ley Calles, promovida por el presidente Plutarco Elías Calles, que buscaba limitar la influencia de la Iglesia católica en la vida pública del país. Esta legislación prohibía procesiones, restringía el número de sacerdotes, cerraba templos y escuelas religiosas, e imponía sanciones a quienes desobedecieran.

En un país donde la mayoría de la población era profundamente católica, estas medidas se interpretaron como un ataque directo a la fe y a la identidad cultural del pueblo. La respuesta fue una rebelión popular, integrada en su mayoría por campesinos, artesanos y sectores medios, quienes se levantaron en armas bajo el lema “¡Viva Cristo Rey!”.

El estado de Guanajuato fue uno de los epicentros del conflicto junto con Jalisco, Michoacán y Colima. Sus comunidades rurales se convirtieron en escenarios de enfrentamientos constantes entre cristeros y fuerzas federales. La capital del estado, aunque no fue escenario de batallas campales como otras zonas rurales, vivió de manera intensa las tensiones sociales y religiosas derivadas del conflicto.

En Guanajuato capital se aplicaron las disposiciones anticlericales:

  • Se ordenó el cierre de templos y conventos, lo que alteró la vida religiosa cotidiana.
  • Las procesiones y festividades religiosas quedaron prohibidas.
  • Hubo persecución contra sacerdotes y laicos que organizaban o practicaban actos de culto.
  • Familias católicas participaron en la resistencia, ofreciendo apoyo en secreto a los cristeros de las regiones cercanas.

La ciudad, con su fuerte tradición minera y artesanal, también resintió las consecuencias económicas de la inestabilidad: disminución del comercio, miedo a las represalias y migración hacia lugares más seguros.

  1. Sociales y culturales
    • La fe católica se vivió en la clandestinidad, lo que reforzó la religiosidad popular.
    • Se generó un sentimiento de desconfianza hacia las autoridades federales.
    • Algunos sacerdotes y laicos de Guanajuato fueron perseguidos o ejecutados, quedando en la memoria local como mártires.
  2. Políticas
    • El conflicto consolidó en Guanajuato un perfil político conservador y católico, que influiría en la vida pública del estado durante el resto del siglo XX.
    • La tregua alcanzada en 1929 entre el gobierno federal y la Iglesia no borró de inmediato las heridas: en la capital persistió por años una tensión latente entre el poder civil y la autoridad religiosa.
  3. Económicas
    • La guerra interrumpió la vida productiva y comercial de la ciudad.
    • Algunas familias fueron desplazadas, y la actividad económica se vio afectada por el clima de persecución y miedo.

En Guanajuato capital, la época cristera no se manifestó en grandes batallas armadas, pero sí en una atmósfera de represión, resistencia y clandestinidad. La imposición de la Ley Calles alteró profundamente la vida cotidiana, tocando lo más íntimo de la identidad social: la práctica religiosa. Este periodo dejó una huella duradera en la ciudad, reforzando la devoción católica que hasta hoy caracteriza a sus habitantes y marcando la memoria histórica de una comunidad que vivió entre la fe, el miedo y la resistencia.

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Cultura

¿Sabes cuál es el origen del nombre del callejón de los angelitos?

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Guanajuato entró al siglo XIX de forma trágica… pues sufrió varias hambrunas provocadas por guerras, sequías y el colapso del sistema agrícola, además de políticas pobres y una alarmante falta de planificación.

La Guerra de Independencia y otros conflictos dejaron los campos abandonados, dañando gravemente la producción de alimentos, especialmente de maíz. A esto se le suma la sequía que desató hambre, enfermedades y migraciones masivas.

Muchas personas murieron, pero lo más desgarrador fue la pérdida de miles de infantes. Fue entonces cuando la historia nos dejó como legado, el callejón de los Angelitos: un estrecho paso por donde hombres y mujeres valientes llevaban en brazos a sus pequeños fallecidos, devolviéndolos con dolor a la tierra que los vio nacer, rumbo al panteón de Santa Paula.

El nombre original del camposanto era Santa Eulalia, inaugurado en marzo de 1861. Más tarde, su nombre cambió a Santa Paula.

Este panteón, por razones naturales y aún misteriosas, es el lugar donde se forman las famosas momias de Guanajuato y este callejón, que hoy contemplamos, era el último recorrido de un “angelito”, es decir, el cuerpecito de un niño.

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Para hacer más llevadero ese paso fúnebre, el recorrido era acompañado por pirotecnia o cuetes que iluminaban el camino hacia la “recamarita”, un espacio especial dentro del panteón reservado para los angelitos.

En 2024, el Callejón de los Angelitos fue restaurado. Hoy luce un colorido deslumbrante que, en opinión de muchos, lo convierte en uno de los rincones más hermosos y conmovedores de Guanajuato capital. Un lugar que tienes que ver.

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Cultura

La Danza de los Concheros: tradición viva en Guanajuato

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La Danza de los Concheros es una de las manifestaciones culturales y religiosas más representativas de Guanajuato y del centro de México. Su origen se remonta a la época de la Conquista, cuando los pueblos indígenas, tras la imposición de la religión católica, buscaron la manera de conservar parte de sus rituales antiguos bajo una nueva forma de expresión. Así, las ceremonias prehispánicas dedicadas a los dioses de la guerra, la tierra y la fertilidad se fusionaron con las festividades en honor a santos y vírgenes del calendario católico.

El nombre conchero proviene de los instrumentos musicales que acompañan la danza: las guitarras, mandolinas y laudillos elaborados con caparazones de armadillo o “conchas”. Estos instrumentos sustituyeron a los tambores y teponaztles indígenas, adaptando el sonido ritual a la música de cuerdas introducida por los españoles. Desde entonces, las melodías de cuerda, acompañadas de caracoles, cascabeles y copal, marcaron el ritmo de una danza que es a la vez plegaria y ofrenda.

Históricamente, los concheros eran considerados guardianes de la tradición. Formaban cofradías o hermandades que transmitían la danza de generación en generación. Cada grupo estaba encabezado por un capitán, encargado de organizar la danza, velar por el respeto a los símbolos y mantener la disciplina espiritual de los integrantes. En muchos casos, los concheros viajaban a santuarios lejanos como Querétaro o la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México para participar en celebraciones religiosas.

Actualmente, la danza sigue viva en Guanajuato capital y en varios municipios del estado, especialmente durante fiestas patronales y conmemoraciones religiosas. Los concheros se reúnen en atrios de iglesias y plazas, vestidos con trajes coloridos que mezclan elementos indígenas y cristianos: penachos de plumas, capas bordadas con símbolos sagrados, cruces y estandartes con la imagen de la Virgen de Guadalupe o del santo patrono local. Cada danzante porta cascabeles en los tobillos, cuyo sonido acompaña cada movimiento y refuerza el carácter ceremonial.

La danza se realiza en círculo, pues representa la eternidad y la conexión con lo divino. Antes de iniciar, se hace un saludo a los cuatro rumbos del universo: oriente, poniente, norte y sur, evocando la cosmovisión indígena. Durante la ejecución, los movimientos son firmes, rítmicos y repetitivos, como una plegaria en movimiento. El humo del copal, considerado purificador, acompaña los pasos mientras los músicos marcan el compás con sus cuerdas y percusiones.

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En la actualidad, más allá de su dimensión religiosa, la Danza de los Concheros es vista como símbolo de identidad cultural. Mantiene vivo el vínculo entre pasado y presente, recordando el mestizaje cultural que dio origen al México actual. Además, representa un espacio de resistencia frente a la homogeneización cultural, pues reafirma los valores comunitarios y espirituales de quienes la practican.

La presencia de los concheros en Guanajuato no solo adorna las festividades religiosas, sino que también constituye un patrimonio cultural inmaterial que refleja la capacidad de los pueblos para adaptarse y sobrevivir a los cambios históricos, sin renunciar a sus raíces. Por ello, cada vez que resuenan los cascabeles en una plaza guanajuatense, no solo se celebra una fiesta, sino que se revive la memoria de siglos de historia, devoción y tradición compartida.

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