Cultura
Muestran uno de los tesoros reparados en el taller de restauración, de la Universidad de Guanajuato.

Uno de los más reconocidos expertos en restauración que han en la ciudad de Guanajuato, es Alfonso Martín Varela y de entre muchos de los encargos que su área de especialidad lo ha llevado, es la de develar o reencontrar el valor estético tanto de obras reconocidas en el arte, como de artefactos como muchas de los objetos que se exponen en el Museo de la Universidad de Guanajuato.
Para este caso, tuco a bien develar, para el Equipo del Sistema de Noticias de TvGuanajuato, dos obras pictóricas, una del siglo XVIII y otra del siglo XIX, que son una muestra de lo extraordinario que puede ser un trabajo escondido bajo el nombre de restauración, pero que con un olfato que debe de ser motivo de reconocimiento, da un nuevo valor a las piezas que por su taller pasan.
El primer ejemplo, es una obra del artista Mateo Gómez, que de origen indígena, poco se había dado importancia a la imagen titulada Bellísima Virgen María Patrona de Vizcaya, la cual fue restaurada para quitarle una película de barniz que la había enengrecido al grado de ocultar, los datos como la firma y su título, que se pueden calificar de descubrimientos de igual relevancia que se le da por ejemplo a un sitio arqueológico.
Otro descubrimiento, que da valor a la colección de Bienes Muebles de la Universidad de Guanajuato y que partió de los importantes trabajos hechos en este extraordinario taller, es el descubrimiento de una pintura de la artista Angela Icaza, miembro de la época academicista de la Academia de San Carlos y de la que poco se sabe, al grado que para muchos paso desapercibida la autoría de la obra que se otorgaba a otro gran artista de la era llamado Juan Cordero, acaso su maestro.
Pues es, en el taller de restauración donde se encuentra la firma de la autora en la obra “Mujer Enajenada” que deslumbra por sus cualidades pictóricas, academicista y su belleza, que la pone a la altura de los mejores pintores de la época, repito pintores, por que era muy difícil encontrar que hubiera miembros mujeres en las áreas del conocimiento, científico y artístico en esos tiempos, en fin, una mujer adelantada de su época, pionera de la incursión de las mujeres en el arte y acaso ninguneada por el patriarcado.
Por último, que decir, de los utensilios científicos que guarda en su acervo la Universidad de Guanajuato, en donde destacan, extraordinarias máquinas de telégrafo, balanzas de precisión, medidores de luminosidad, en fin, una colección que sería muy interesante que el público del Sistema de Noticias de TvGuanajuato se diera la tarea de conocer en la exposición que hay en las distintas salas del Museo de la Universidad de Guanajuato, que sin duda, les encantará.
Cultura
La historia del exconvento de San Cayetano en Valenciana

Guanajuato, Gto. – El famoso conde de Valenciana, dueño de la mina de Valenciana, mandó a construir el templo de San Cayetano en el año de 1775 y su construcción culminó en 1788; además se anexó en la parte trasera un convento destinado a los religiosos teatinos, la orden encargada de oficiar los servicios religiosos en la zona.
Esta orden de los teatinos fue fundada en Itallia en el siglo XVI y fueron traídos a Guanajuato por el conde para que atendiera espiritualmente a los trabajadores de su mina y a la comunidad de Valenciana. Estos religiosos destacaban por su vida austera, por fundar hospitales y educar a los jóvenes en seminarios. El convento tenía una estética más sobria a comparación del templo, poseía celdas para los religiosos, un claustro, biblioteca, una huerta, una cocina, y espacios para la educación religiosa.
Con la llegada de las reformas liberales y posteriormente la Ley Reforma, muchas de las propiedades eclesiásticas fueron confiscadas por el estado y este convento no fue la excepción. Los teatinos, entonces, fueron expulsados y el convento fue abandonado. Con el tiempo se fue deteriorando.
Algunas áreas fueron vendidas, fraccionadas o reutilizadas como dependencias civiles o bodegas. No obstante, el templo siguió y sigue funcionando como parroquia.
Actualmente el exconvento no tiene ya vida monástica, fue restaurado casi en su totalidad y funge como una sede de la Universidad de Guanajuato donde se imparten las carreras de Letras, Filosofía e Historia.
Cultura
Leyenda de los Monjes de la Calle Subterránea

Guanajuato, Gto. – En tiempos coloniales, la calle subterránea fue el antiguo cauce del río de Guanajuato. Durante el siglo XIX se techó y adaptó como vía subterránea y con el pasar de los años, esta zona se ha vuelto uno de los espacios más enigmáticos de la ciudad. Sin embargo, los guanajuatenses de la época comenzaron a murmurar acerca de unas sombras encapuchadas que aparecían en la madrugada…
Desde hace décadas, entre las 2 y 4 de la madrugada, tanto taxistas, veladores y conductores han reportado ver figuras vestidas con hábitos oscuros caminando en fila, con la cabeza gacha y un crucifico colgando del pecho. Caminan si hacer ruido, no se les pueden ver los pies y desaparecen antes de llegar a una de las antiguas salidas del túnel.
Se dice que estas apariciones son monjes del siglo XVIII, pertenecientes a una orden que vivía en un convento cercano, el cual desapareció en una de las tantas inundaciones que ha tenido la ciudad.
Según cuenta la leyenda que en la calle subterránea Miguel Hidalgo había un convento oculto donde los monjes practicaban rituales de castigo y penitencias extremas. Se rumora que muchos murieron encerrados cuando el río repentinamente inundó el área y que sus cuerpos nunca fueron encontrados, pues quedaron sepultados bajo piedra y agua.
Desde entonces, sus almas vagan, recorriendo eternamente la subterránea cantando cantos gregorianos.
Se dice que una vez, un velador de la Universidad de Guanajuato, durante una noche bajó por las escalinatas al túnel y escuchó dichos cantos muy apagados. Cuando miró en dirección a la subterránea, vio pasar a siete figuras con capucha y que una de ellas cargaba un libro negro.
También es muy sonado el testimonio de un taxista que aseguró haber recogido a un pasajero que vestía un hábito café que no habló, pero que, al mirar al retrovisor, dicho pasajero ya no estaba.
¿Tienes una experiencia con estos mojes en la calle subterránea? ¡Cuéntanos en los comentarios!
Cultura
Un acercamiento al Pípila: ¿ya conoces su historia?

Guanajuato, Gto. – Su nombre fue Juan José de los Reyes Martínez Amaro, mejor conocido en la actualidad como El Pípila. Nació en 1782 en San Miguel de Allende, aunque hay algunos que dicen que fue en la capital de Guanajuato.
Hay muchas teorías en cuanto su apodo “Pípila”, una de estas se trata de que tenía muchas pecas en su rostro, similares a las manchas de un pavo en el plumaje y la palabra pípila, proveniente del náhuatl, se refiere a la hembra del guajolote.
Fue Barretero y cargador en las minas de Guanajuato, lo que significa que sus jornadas eran largas, mal pagadas, corría peligro constante y no tenía derechos reales. Se cree que el Pípila, junto con muchos mineros, trabajadores rurales y artesanos, respondieron al llamado de Hidalgo para luchar por los ideales que representaba la revolución: abolir los tributos, eliminar las esclavitud, devolver tierras y romper con el sistema virreinal. Es decir, pelearon no por obligación, sino porque querían libertad, justicia e igualdad.
Tras dos semanas después del famoso Grito de la independencia, el ejercito insurgente llegó a Guanajuato capital. La élite realista se refugió en la Alhóndiga de Granaditas, que antes funcionaba como un enorme almacén de granos convertido en una fortaleza. El edificio era casi impenetrable, los insurgentes no podían entrar, hasta que Juan José cambio el rumbo de las cosas.
Se cuenta que el Pípila se ofreció voluntariamente para prender fuego a la puerta principal de la Alhóndiga, lo que le permitiría el ingreso al ejército de Hidalgo. Para llevar a cabo su labor, se colgó en la espalda una gran losa de piedra en la espalda, que le serviría como escudo contra los disparos y flechas que caían desde lo alto del edificio. Avanzó solo hasta alcanzar la puerta, le prendió fuego a la puerta y los insurgentes pudieron tomar el edificio.
Esto significó la primera victoria del movimiento independentista.
Muchos historiadores en la actualidad discuten sobre qué tan verídica es la historia que todos conocemos porque sí, se incendió la puerta, pero puede ser que haya sido un acto colectivo para que se lograra o si la piedra fue algo que realmente pasó o se trató de algo simbólico.
No se tiene un testimonio directo que indique por qué Juan José decidió luchar, pero hay una gran probabilidad de que haya decidido formar parte debido al hartazgo de la injusticia social y por la esperanza de un cambio real.
No se tiene registros sobre qué pasó con él después de la toma de la Alhóndiga y su figura fue rescatada y mitificada décadas después, cuando se buscaban personajes simbólicos para unir al país.
¿Qué opinas al respecto de este personaje histórico?
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