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Cultura

Reino Unido y Veracruz, invitados de honor en el 53º Festival Internacional Cervantino.

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Del 10 al 26 de octubre de 2025, Guanajuato será el epicentro de una de las celebraciones culturales más importantes de América Latina, con la llegada del la edición número 53 Festival Internacional Cervantino (FIC).

Este año, el FIC contará con la participación especial del Reino Unido como país invitado de honor, y del estado de Veracruz como invitado de honor a nivel estatal. Un evento que promete ser un crisol de tradiciones, artes y miradas contemporáneas, y que consolidará al FIC como una plataforma de encuentro entre diversas culturas del mundo.

La renovación del modelo de gestión del FIC es otro de los aspectos destacados de esta edición. Bajo la dirección ejecutiva de Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura del Gobierno de México, el festival ha apostado por una gestión colectiva, apoyada por un Comité de Programación y un Consejo Asesor que trabajará en conjunto para ofrecer una propuesta cultural fresca y diversa.

En palabras de la secretaria Curiel, el festival tiene como objetivo “trabajar como un colectivo de programación que pueda aportar visiones con diferentes trayectorias, cuidando los ejes de lo tradicional, lo contemporáneo, lo clásico y lo urbano”.

Por su parte, la gobernadora de Guanajuato, Libia Dennise García Muñoz Ledo, expresó su entusiasmo por la celebración, afirmando que este festival será una magnífica oportunidad para fortalecer los lazos de amistad y cooperación con Reino Unido y Veracruz.

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Este evento representa no solo un encuentro artístico, sino también una plataforma para construir puentes de colaboración y entendimiento entre diversas regiones del mundo.

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Cultura

Charamuscas: tradición guanajuatense

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Las charamuscas son uno de los dulces más representativos de Guanajuato, no solo por su sabor, sino por la manera en que se han convertido en un símbolo cultural que acompaña la historia y las leyendas de esta ciudad minera.

Su origen se remonta a la época virreinal, cuando la caña de azúcar y el piloncillo eran productos comunes en las cocinas y mercados de la región. Los dulceros guanajuatenses, ingeniosos y atentos a las tradiciones, comenzaron a preparar un caramelo a base de piloncillo, azúcar y mantequilla. Con el tiempo, este dulce no solo se consumió como golosina, sino que se moldeó en figuras humanas, lo que lo convirtió en una expresión de arte popular.

Lo que distinguió a las charamuscas del resto de los dulces de caramelo fue la creatividad de los artesanos que las elaboraban. En Guanajuato, las leyendas, la religiosidad y la presencia de las famosas momias influyeron directamente en su diseño. Así, no tardaron en aparecer charamuscas con forma de personas, de personajes pintorescos de la ciudad y, muy especialmente, de momias que ya desde el siglo XIX habían comenzado a atraer la curiosidad de propios y extraños.

Esta asociación entre las momias y las charamuscas convirtió al dulce en un recuerdo típico que los visitantes podían llevarse después de recorrer las calles, los callejones y los museos de la capital.

Más allá de su aspecto, las charamuscas se volvieron tradicionales porque también fueron parte de la vida cotidiana de los guanajuatenses. En un estado marcado por la minería, donde los trabajadores necesitaban alimentos que les proporcionaran energía rápida, el piloncillo era un ingrediente común en la dieta popular. Consumirlo en forma de dulce era una manera de sobrellevar las jornadas y las charamuscas se convirtieron en un placer accesible y duradero.

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Su venta se fue consolidando en mercados, ferias religiosas y festividades locales, donde los niños y adultos encontraban en ellas no solo un postre, sino también una representación divertida de su cultura.

Hoy en día, las charamuscas siguen ocupando un lugar especial en el corazón de Guanajuato. Su sabor recuerda al caramelo tostado con un dejo de miel, pero lo que verdaderamente las hace únicas es que cada una es una pieza artesanal moldeada a mano, una escultura efímera que se disfruta tanto con la vista como con el paladar. Aunque han surgido variaciones modernas con formas de animales o figuras más contemporáneas, las charamuscas en forma de momia continúan siendo las más buscadas, sobre todo por los turistas que visitan el Museo de las Momias o recorren los pasillos del Festival Internacional Cervantino.

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Cultura

La época cristera en Guanajuato capital

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La llamada Guerra Cristera fue un conflicto armado y religioso que marcó a México entre 1926 y 1929, aunque en algunos lugares se prolongó hasta los primeros años de la década de 1930. El origen se encuentra en la aplicación de la Ley Calles, promovida por el presidente Plutarco Elías Calles, que buscaba limitar la influencia de la Iglesia católica en la vida pública del país. Esta legislación prohibía procesiones, restringía el número de sacerdotes, cerraba templos y escuelas religiosas, e imponía sanciones a quienes desobedecieran.

En un país donde la mayoría de la población era profundamente católica, estas medidas se interpretaron como un ataque directo a la fe y a la identidad cultural del pueblo. La respuesta fue una rebelión popular, integrada en su mayoría por campesinos, artesanos y sectores medios, quienes se levantaron en armas bajo el lema “¡Viva Cristo Rey!”.

El estado de Guanajuato fue uno de los epicentros del conflicto junto con Jalisco, Michoacán y Colima. Sus comunidades rurales se convirtieron en escenarios de enfrentamientos constantes entre cristeros y fuerzas federales. La capital del estado, aunque no fue escenario de batallas campales como otras zonas rurales, vivió de manera intensa las tensiones sociales y religiosas derivadas del conflicto.

En Guanajuato capital se aplicaron las disposiciones anticlericales:

  • Se ordenó el cierre de templos y conventos, lo que alteró la vida religiosa cotidiana.
  • Las procesiones y festividades religiosas quedaron prohibidas.
  • Hubo persecución contra sacerdotes y laicos que organizaban o practicaban actos de culto.
  • Familias católicas participaron en la resistencia, ofreciendo apoyo en secreto a los cristeros de las regiones cercanas.

La ciudad, con su fuerte tradición minera y artesanal, también resintió las consecuencias económicas de la inestabilidad: disminución del comercio, miedo a las represalias y migración hacia lugares más seguros.

  1. Sociales y culturales
    • La fe católica se vivió en la clandestinidad, lo que reforzó la religiosidad popular.
    • Se generó un sentimiento de desconfianza hacia las autoridades federales.
    • Algunos sacerdotes y laicos de Guanajuato fueron perseguidos o ejecutados, quedando en la memoria local como mártires.
  2. Políticas
    • El conflicto consolidó en Guanajuato un perfil político conservador y católico, que influiría en la vida pública del estado durante el resto del siglo XX.
    • La tregua alcanzada en 1929 entre el gobierno federal y la Iglesia no borró de inmediato las heridas: en la capital persistió por años una tensión latente entre el poder civil y la autoridad religiosa.
  3. Económicas
    • La guerra interrumpió la vida productiva y comercial de la ciudad.
    • Algunas familias fueron desplazadas, y la actividad económica se vio afectada por el clima de persecución y miedo.

En Guanajuato capital, la época cristera no se manifestó en grandes batallas armadas, pero sí en una atmósfera de represión, resistencia y clandestinidad. La imposición de la Ley Calles alteró profundamente la vida cotidiana, tocando lo más íntimo de la identidad social: la práctica religiosa. Este periodo dejó una huella duradera en la ciudad, reforzando la devoción católica que hasta hoy caracteriza a sus habitantes y marcando la memoria histórica de una comunidad que vivió entre la fe, el miedo y la resistencia.

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Cultura

¿Sabes cuál es el origen del nombre del callejón de los angelitos?

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Guanajuato entró al siglo XIX de forma trágica… pues sufrió varias hambrunas provocadas por guerras, sequías y el colapso del sistema agrícola, además de políticas pobres y una alarmante falta de planificación.

La Guerra de Independencia y otros conflictos dejaron los campos abandonados, dañando gravemente la producción de alimentos, especialmente de maíz. A esto se le suma la sequía que desató hambre, enfermedades y migraciones masivas.

Muchas personas murieron, pero lo más desgarrador fue la pérdida de miles de infantes. Fue entonces cuando la historia nos dejó como legado, el callejón de los Angelitos: un estrecho paso por donde hombres y mujeres valientes llevaban en brazos a sus pequeños fallecidos, devolviéndolos con dolor a la tierra que los vio nacer, rumbo al panteón de Santa Paula.

El nombre original del camposanto era Santa Eulalia, inaugurado en marzo de 1861. Más tarde, su nombre cambió a Santa Paula.

Este panteón, por razones naturales y aún misteriosas, es el lugar donde se forman las famosas momias de Guanajuato y este callejón, que hoy contemplamos, era el último recorrido de un “angelito”, es decir, el cuerpecito de un niño.

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Para hacer más llevadero ese paso fúnebre, el recorrido era acompañado por pirotecnia o cuetes que iluminaban el camino hacia la “recamarita”, un espacio especial dentro del panteón reservado para los angelitos.

En 2024, el Callejón de los Angelitos fue restaurado. Hoy luce un colorido deslumbrante que, en opinión de muchos, lo convierte en uno de los rincones más hermosos y conmovedores de Guanajuato capital. Un lugar que tienes que ver.

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