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Cultura

Protección Civil intervinieron y evitaron la apertura de la obra monumental de cartón del Teatro Juárez del artista francés Olivier Grossetête en Los Pastitos.

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Imagínese que es usted un autor conocido en todo el mundo, tan conocido que incluso es invitado por el Festival Internacional Cervantino para que practiques uno de tus actos de construcción de maquetas monumentales en la ciudad de Guanajuato y no te dejen inaugurarla.

Imagínese que durante tres días te dedicas a construir una maqueta monumental de cartón en la que participan decenas o incluso centenares de personas que por ahí caminan o se enteraron de tu proyecto y se ponen a unir cartón con cinta adhesiva de acuerdo a unas indicaciones dejadas en una mampara.

Estudiantes de la Universidad de Guanajuato, madres de familia, en fin, cualquiera se pudo acercar a levantar esta estructura que la mañana de este viernes fue clausurada por las autoridades de Protección Civil, así es, estos funcionarios que no se presentan en las zonas conflictivas o peligrosas, se presentaron a cerrar el acceso al público al mueble de cartón, por considerar un peligro para el público en caso de que llegue una corriente de aire.

El artista que es conocido por replicar inmuebles emblemáticos de las ciudades a donde es invitado, aclaró que acostumbra levantar inmuebles mucho más altos sin que estos hayan representado en ningún momento algún peligro para quienes los visitan, por lo que le admiraba la cerrazón de las autoridades municipales para permitir el acceso a la obra que para colmo debe de ser destruida el último sábado del FIC a las 11 de la mañana.

Así que está usted avisado, venga a la Plaza de las Ranas junto a los Pastitos y tómese una selfie como muchos de los visitantes que por ahí caminan y si ya dejaron de actuar absurdamente las autoridades municipales, adentrarse en la interesante estructura que podrá ser vandalizada por quienes quieran escribir mensajes en ella, según cuentan los embajadores que es la intención del autor.

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Cultura

Casa mata: un espacio histórico en Guanajuato Capital

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Aunque hoy se conserva en ruinas y pasa inadvertida para la mayoría, en su tiempo cumplió funciones estratégicas que iban mucho más allá de servir como simple cuartel. Su construcción se levantó en una zona alta, cercana al cerro del Hormiguero con muros gruesos y un diseño austero, pensado no para la estética, sino para la resistencia.

Desde ahí, la ciudad podía vigilarse y protegerse ante amenazas, pero también se destinó a una tarea delicada: el resguardo de pólvora.

En una época de conflictos internos, como la Guerra de Reforma y las luchas entre centralistas y federalistas, Casa Mata sirvió como polvorín militar. Su arquitectura cerrada y robusta resultaba ideal para almacenar explosivos y municiones que podían distribuirse de inmediato a las tropas en caso de ataque. Al estar en la parte alta, se reducía el riesgo de que una explosión afectara al corazón de la ciudad.

Pero la pólvora no solo era vital para la defensa, sino que por ser ciudad minera por excelencia, era indispensable para las labores de extracción. Las minas de Valenciana, Mellado y otras cercanas al centro histórico dependían de la pólvora para fracturar la roca y abrirse paso en los socavones. Por ello, Casa Mata funcionó también como un depósito seguro al servicio de la industria minera. Desde allí se distribuían cargas que luego se utilizaban en los tiros, dinamizando la actividad que sostenía la riqueza de la región.

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Con el paso del tiempo, la importancia de Casa Mata fue disminuyendo. El desarrollo urbano, la reducción de los conflictos armados y las nuevas formas de almacenamiento dejaron la construcción en el olvido.

Hoy quedan vestigios que recuerdan su doble función: ser guardiana de pólvora tanto para las armas como para las minas, reflejando la estrecha relación entre la defensa militar y la explotación minera que caracterizó a Guanajuato durante el siglo XIX.

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Cultura

Festival Cervantino 2025: propuestas alternativas que apuestan por la innovación y el diálogo cultural

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Guanajuato, Gto. – La 53ª edición del Festival Internacional Cervantino (FIC) desplegará un abanico de propuestas que enriquecen su programación, apostando por la experimentación y el diálogo intergeneracional a través de la música, el teatro y la danza.

El Templo de la Compañía de Jesús Oratorio de San Felipe Neri será sede de tres recitales con espíritu innovador:

El miércoles 15 de octubre. Óscar Escalante, Francisco Hidalgo y Alejandro Motta presentarán Visión electroneumática, un concierto de improvisación en el que los sonidos se generarán completamente en vivo.

El sábado 18 de octubre. La agrupación argentina Tambor Fantasma ofrecerá El libro de los huesos, con obras de compositores como Giacinto Scelsi y Alyssa Weinberg.

Finalmente, el jueves 23 de octubre, el ensamble guanajuatense Rorschach llevará al público su proyecto electroacústico Dicroico.

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En el terreno teatral, el Teatro Cervantes abrirá el telón a La danza que sueña la tortuga, dirigida por Nohemí Espinosa, montaje que celebra los 100 años del natalicio de Emilio Carballido, con funciones el 11 y 12 de octubre. El mismo recinto recibirá, el 22 de octubre, Estudios en Campo, conferencia performática del colectivo Un colectivo, que reflexiona sobre la desaparición forzada y la resistencia artística frente a la violencia.

El Teatro Juárez también será protagonista con la ópera Breaking the Waves, de Missy Mazzoli, inspirada en la película de Lars von Trier, a cargo de la Orquesta Juvenil Eduardo Mata de la UNAM y el Estudio de Ópera del INBAL, programada para el 18 de octubre a las 21 h.

Por su parte, el Teatro Principal recibirá a la compañía peruana ÍNTEGRO, dirigida por Oscar Naters Burger y Ana Zavala, con el montaje de danza Tensar el presente/Hilar el futuro (1984-2024), en dos únicas funciones los días 11 y 12 de octubre a las 18 h.

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Cultura

El Charro Negro de la Sierra de Santa Rosa

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Cuentan los viejos de la Sierra de Santa Rosa de Lima, allá donde el aire se viste de neblina y los pinos murmuran con el viento, que habita un alma en pena: el Charro Negro.

Hace siglos, cuando Guanajuato era un hervidero de mineros y arrieros, un bandido astuto se hizo de una fortuna robada. Plata, monedas y joyas arrebatadas a quienes descendían de las minas pasaron a sus manos, pero la codicia no perdona. Traicionó a sus propios compañeros y, perseguido por justicia y ladrones, buscó refugio en lo profundo de la sierra.

Allí, dicen, desesperado y con el tesoro al cuello, pronunció palabras prohibidas. Ofreció su alma al diablo a cambio de que nadie le arrebatara jamás sus riquezas. El pacto se cumplió, pero con un precio: su cuerpo se desvaneció en las sombras y su espíritu quedó condenado a cabalgar eternamente por los montes de Santa Rosa.

Desde entonces, los arrieros que se atrevían a cruzar la sierra en la noche hablaban de un galope que retumbaba entre las barrancas. Algunos juraban haber visto un jinete de traje oscuro, montado en un caballo negro, cuyos ojos brillaban como brasas encendidas en la oscuridad. Con voz profunda, el espectro ofrecía riquezas sin fin a quienes se atrevieran a seguirlo… pero ninguno de los que aceptaron volvió jamás.

Hoy en día, los pobladores todavía advierten a los viajeros: “Si escuchas cascos resonando en la tierra húmeda, no mires atrás. No respondas al llamado. El Charro Negro aún vaga en busca de compañía, guardando el tesoro maldito que lo ata a esta tierra para siempre.”

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Y así, entre la neblina y el silencio de los bosques, su galope se mezcla con el viento, recordando a todos que la codicia y los pactos oscuros nunca traen redención.

¿Te atreverías a cruzar la Sierra de Santa Rosa a oscuras? ¡Cuéntanos en los comentarios!

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