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Cultura

El Templo de la Compañía de Jesús: historia y huella en Guanajuato

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En pleno siglo XVIII Guanajuato vivía su momento de gloria, pues las minas de la Valenciana, Mellado y Cata llenaban la ciudad de riqueza y con ello aparecieron grandes construcciones religiosas y civiles que buscaban mostrar el poder de quienes financiaban esas obras. Entre ellas surgió el Templo de la Compañía de Jesús, levantado por los jesuitas en 1747 con un objetivo claro: convertirse en un centro espiritual y educativo que diera prestigio a la orden y fortaleciera su presencia en una de las ciudades más prósperas de la Nueva España.

El dinero para iniciar el templo fue donado de los mineros más ricos y de benefactores que querían algo más que un lugar de oración: buscaban dejar un legado que legitimara su fortuna. El estilo elegido fue el barroco novohispano, cargado de ornamentos y detalles churriguerescos que aún hoy impresionan. Para darnos una idea de lo que costó su construcción en su tiempo se gastaron 80, 000 únicamente para aplanar el terreno.

Pero la historia del templo se torció en 1767, cuando el rey Carlos III expulsó a los jesuitas de todos sus territorios. La orden religiosa que había impulsado la obra fue obligada a abandonar el país y el templo quedó inconcluso. Años después, el clero secular lo retomó y logró concluirlo, asegurando su continuidad como centro de culto.

Durante la Guerra de Independencia, Guanajuato fue escenario de batallas y levantamientos, el templo, al igual que otras construcciones religiosas, se convirtió en punto de encuentro y refugio, pero también en testigo silencioso de los daños que el conflicto dejó en la ciudad.

Con el paso del tiempo, el edificio recuperó su esplendor. El templo es la huella de una época donde la minería, la fe y el poder estaban profundamente entrelazados. Su fachada barroca, sus torres y sus retablos siguen narrando la historia de una ciudad que conoció la opulencia, la represión y la independencia, y que encontró en este templo un reflejo de todas esas etapas.

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El Templo de la Compañía de Jesús continúa siendo parte esencial de la vida de Guanajuato. Más allá de lo religioso, se ha convertido en un símbolo cultural y patrimonial que recuerda cómo la riqueza de las minas transformó la ciudad en un escenario único, donde cada piedra guarda un pedazo de historia.

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Cultura

La dieta de la milpa: legado ancestral que fortalece la salud y la sostenibilidad

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La dieta de la milpa, una práctica alimentaria tradicional en México y Centroamérica, se basa en el cultivo y consumo de productos como maíz, frijol, chile, calabaza, entre otros. Este sistema agrícola, heredado de los pueblos originarios, representa no sólo un modelo de nutrición equilibrada, sino también un pilar de la identidad cultural y la sostenibilidad ambiental.

“El legado milenario de la milpa es la base de nuestra alimentación y un orgullo de los pueblos originarios”, destacó el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Julio Berdegué Sacristán.

Más allá de sus aportes nutritivos, la dieta de la milpa rescata tradiciones culinarias, modos de vida y fomenta la biodiversidad en nuestro país. Investigaciones recientes han demostrado sus beneficios para la salud, lo que fortalece su relevancia como un modelo alimentario vigente.

  • Nutrición equilibrada: La combinación de maíz, frijol y otros cultivos aporta proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales esenciales.
  • Sostenibilidad: Promueve el uso eficiente de los recursos naturales y la conservación de la biodiversidad.
  • Cultura y tradición: Preserva prácticas ancestrales que fortalecen la identidad de México y Centroamérica.

La dieta de la milpa, acompañada de ejercicio y actividad física regular, contribuye al bienestar físico y emocional.

  • Maíz: Es una fuente rica en proteínas vegetales, fibra y antioxidantes, lo que beneficia el metabolismo y ayuda al correcto funcionamiento de las células. Cuando es nixtamalizado se enriquece con calcio, que el cuerpo puede aprovechar.
  • Frijol: Es rico en fibra,  carbohidratos complejos y proteína vegetal. Además,  aporta vitaminas y minerales.
  • Calabaza: Contiene agua, fibra, vitaminas, minerales y proteínas vegetales.
  • Chile: Ofrece grandes cantidades de vitaminas y minerales. Este producto tiene efectos analgésicos, antiinflamatorios y antimicrobianos.

El secretario Berdegué invitó a la población a seguir consumiendo alimentos del campo y las costas de México, ya que representan no sólo un orgullo nacional, sino también una fuente de salud y bienestar.

Finalmente, reconoció el esfuerzo de las productoras y los productores, quienes hacen posible que los alimentos de la milpa estén disponibles en los hogares mexicanos.

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Cultura

El 2 de octubre no se olvida

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Ese día una manifestación pacífica convocada por estudiantes terminó en una de las represiones más sangrientas y crueles que haya conocido nuestro país en tiempos recientes. Jóvenes que solo aspiraban a un futuro mejor, a un México más justo y democrático, fueron acallados con balas.

El gobierno de aquel entonces eligió la violencia como respuesta a la exigencia de libertad, dejando un legado de miedo, injusticia y silencio que lastimó profundamente a generaciones enteras.

Lo terrible de aquella noche no se limita a la pérdida de vidas humanas, aunque esa herida por sí sola sea inconmensurable. El 2 de octubre representa también la negación absoluta de derechos fundamentales como la libertad de expresión, de reunión y de manifestación.

La juventud, que encarnaba la esperanza de cambio, fue tratada como un enemigo interno, como una amenaza al poder, cuando en realidad lo único que pedían era un país más abierto, más justo y más respetuoso de la dignidad humana. El crimen de Tlatelolco no fue únicamente contra los estudiantes, sino contra la sociedad entera, contra el derecho a soñar y construir un mejor mañana.

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Las víctimas fueron reducidas a cifras imprecisas, los sobrevivientes perseguidos y estigmatizados, y la memoria de aquel movimiento estudiantil trató de ser borrada de la historia oficial. Sin embargo, el dolor de las familias y la indignación de la sociedad impidieron que ese silencio se consolidara por completo.

Cada año la voz de los que ya no están vuelve a resonar en las calles para recordarnos que la memoria es también una forma de justicia.

El 2 de octubre es, entonces, una advertencia y un llamado. Una advertencia de lo que ocurre cuando el poder político se coloca por encima de la vida y de los derechos de las personas; cuando se ve en la ciudadanía un peligro en lugar de una fuerza legítima para el progreso. Pero también es un llamado a no olvidar, a mantener viva la memoria de quienes fueron injustamente asesinados y a transformar esa herida en una convicción colectiva: nunca más un gobierno puede responder con violencia al derecho del pueblo de expresarse y exigir justicia.

Hoy, a más de medio siglo de aquel acontecimiento, recordamos Tlatelolco con respeto y con dolor, pero también con la responsabilidad de no permitir que hechos semejantes se repitan. El 2 de octubre nos recuerda lo peor del autoritarismo, pero al mismo tiempo, lo mejor de la resistencia y la dignidad humanas.

Que la memoria de quienes cayeron ese día nos acompañe siempre como una brújula moral, para que el derecho a la libertad, la democracia y la justicia no vuelva a ser pisoteado en nuestra tierra.

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Celaya Guanajuato

Las marionetas del Capi Oviedo, una leyenda viva Celaya

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En Celaya, Guanajuato, aún se conserva la leyenda de las marionetas del Capi Oviedo, un titiritero que en la década de los setenta sorprendía a chicos y grandes con sus espectáculos. Con un pequeño teatro y 33 muñecos de madera, el profesor José “Capi” Oviedo daba vida a personajes como La Llorona o Cruz Diablo, mezclando tradición y misterio.

Lo que convirtió a estas marionetas en leyenda fueron los sucesos extraños que se contaban a su alrededor: muñecos que parecían moverse solos, ruidos en la noche y hasta figuras que, según testigos, volteaban a mirar al público sin que nadie las manejara.

Tras su muerte en 1984, gran parte de sus títeres desapareció, pero hoy 11 de esas marionetas están resguardadas en el Museo de Celaya Historia Regional, donde forman parte del patrimonio cultural de la ciudad. Más que un mito, las marionetas del Capi Oviedo son un símbolo de la memoria colectiva celayense y un atractivo para quienes buscan conocer las leyendas locales.

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