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Cultura

El Charro Negro de la Sierra de Santa Rosa

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Cuentan los viejos de la Sierra de Santa Rosa de Lima, allá donde el aire se viste de neblina y los pinos murmuran con el viento, que habita un alma en pena: el Charro Negro.

Hace siglos, cuando Guanajuato era un hervidero de mineros y arrieros, un bandido astuto se hizo de una fortuna robada. Plata, monedas y joyas arrebatadas a quienes descendían de las minas pasaron a sus manos, pero la codicia no perdona. Traicionó a sus propios compañeros y, perseguido por justicia y ladrones, buscó refugio en lo profundo de la sierra.

Allí, dicen, desesperado y con el tesoro al cuello, pronunció palabras prohibidas. Ofreció su alma al diablo a cambio de que nadie le arrebatara jamás sus riquezas. El pacto se cumplió, pero con un precio: su cuerpo se desvaneció en las sombras y su espíritu quedó condenado a cabalgar eternamente por los montes de Santa Rosa.

Desde entonces, los arrieros que se atrevían a cruzar la sierra en la noche hablaban de un galope que retumbaba entre las barrancas. Algunos juraban haber visto un jinete de traje oscuro, montado en un caballo negro, cuyos ojos brillaban como brasas encendidas en la oscuridad. Con voz profunda, el espectro ofrecía riquezas sin fin a quienes se atrevieran a seguirlo… pero ninguno de los que aceptaron volvió jamás.

Hoy en día, los pobladores todavía advierten a los viajeros: “Si escuchas cascos resonando en la tierra húmeda, no mires atrás. No respondas al llamado. El Charro Negro aún vaga en busca de compañía, guardando el tesoro maldito que lo ata a esta tierra para siempre.”

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Y así, entre la neblina y el silencio de los bosques, su galope se mezcla con el viento, recordando a todos que la codicia y los pactos oscuros nunca traen redención.

¿Te atreverías a cruzar la Sierra de Santa Rosa a oscuras? ¡Cuéntanos en los comentarios!

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Cultura

Comienza Séptima Edición del Festival del Día de los Muertos en Guanajuato

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Guanajuato, Gto.- El espíritu de las tradiciones volvió a llenar de color y vida las calles de la capital con la séptima edición del Festival del Día de los Muertos “Guanajuato ¡Vívelo!”, una celebración dedicada a honrar la memoria de quienes partieron, fortalecer la identidad cultural y promover el turismo en el corazón del estado.

“El Festival del Día de los Muertos, Guanajuato ¡Vívelo!, es mucho más que una fiesta, es la memoria viva de nuestra identidad”, expresó Robles León durante la ceremonia inaugural. Las ciudades patrimonio del estado abrieron sus calles y su hospitalidad para recibir a visitantes de todo México y del extranjero.

En esta edición, el festival tiene como invitados de honor a San Luis Potosí, representado por Real de Catorce; a Veracruz, con Catemaco; y a China, lo que fortalece el intercambio cultural y la proyección global de esta tradición mexicana.

Además de preservar las costumbres y raíces, el evento impulsa la economía y el turismo local, generando bienestar para las comunidades y las familias guanajuatenses. Se estima la llegada de más de 350 mil visitantes y una derrama económica superior a los 550 millones de pesos en todo el estado, beneficiando a sectores como la gastronomía, la hotelería, la artesanía y los servicios turísticos.

“Que cada altar, cada alfombra y cada catrina nos recuerden que la memoria de nuestros seres queridos sigue viva en la identidad de Guanajuato”, concluyó la Secretaria Lupita Robles.

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Durante el evento se reconoció el esfuerzo de organizadores, artistas, artesanos, voluntarios y familias que hicieron posible la realización del festival, así como el trabajo de las corporaciones de seguridad y protección civil que garantizan el orden y la tranquilidad de las actividades.

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Cultura

La Leyenda de la Casa de las Brujas de Guanajuato

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En el silencioso Barrio de la Presa, a las orillas de Guanajuato capital, se alza una casa diferente a todas. Su fachada, mezcla de estilos árabe, gótico y art nouveau, deslumbra a quienes la miran… pero también despierta un escalofrío imposible de ignorar.

Cuentan los viejos que hacia 1895 un rico empresario holandés mandó construir aquella casa para vivir junto a su hija, Susan. Sin embargo, el destino se tornó oscuro cuando el hombre fue acusado de asesinato y enviado a prisión. Desde entonces, la joven quedó bajo el cuidado de sus dos tías, mujeres de corazón frío y ambición desmedida.

Las tías despreciaban a Susan. La obligaban a permanecer encerrada, le negaban alimento y consuelo. Hasta que una noche, decidieron acabar con su sufrimiento… la encerraron en el sótano, donde la pobre niña murió lentamente. Años después, su cuerpo fue hallado entre el polvo y el silencio de aquel lugar maldito.

Desde entonces, el espíritu de Susan vaga entre los pasillos. Dicen que en las noches de luna llena, una joven hermosa aparece en una ventana y con voz dulce invita a los curiosos a entrar. Los hombres que aceptan son recibidos por dos ancianas de aspecto siniestro, quienes les ofrecen vino y compañía. Pero nadie que haya aceptado ese brindis ha vuelto a salir con vida.

Hoy, la casa forma parte del Hotel Villa María Cristina, y algunos trabajadores aseguran escuchar pasos, risas infantiles y golpes que vienen del antiguo sótano. Otros juran haber visto a una muchacha de blanco cruzar los pasillos en la madrugada…

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Así, la Casa de las Brujas sigue guardando sus secretos. Bella por fuera, maldita por dentro. Porque en Guanajuato, hasta las casas más hermosas pueden esconder una historia de horror.

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Cultura

Cempasúchil, flor que alumbra y perfuma los altares del Día de Muertos

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Un sendero cargado de misticismo, tradición y nostalgia se forma cada año con miles de pétalos de color amarillo intenso o naranja brillante. Es el camino por donde, según la creencia, transitan desde el más allá los que partieron, los que trascendieron.

La flor de cempasúchil, al ser deshojada, marca la ruta que guía a los seres queridos hacia los altares del Día de Muertos, una celebración que inicia a finales de octubre y culmina el 2 de noviembre.

Millones de familias mexicanas mantienen viva esta tradición ancestral al montar ofrendas llenas de alimentos, bebidas y objetos personales que los difuntos disfrutaban en vida. Las flores de cempasúchil, ya sea en ramos, macetas o pétalos sueltos, son el elemento más distintivo de esta festividad.

Para que las flores estén listas en temporada, los productores comienzan su siembra entre junio y julio, seleccionando las mejores semillas de la cosecha anterior. Su cultivo, tanto en campo abierto como bajo invernadero, representa una importante fuente de ingresos para numerosas comunidades rurales.

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Además de su uso ornamental, el cempasúchil, especialmente el orgánico, se aprovecha en la gastronomía mexicana para elaborar bebidas como atoles, tés y curados de pulque, así como en postres, mermeladas y helados. También es utilizado en la industria como colorante natural por su intenso pigmento anaranjado.

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