Municipio
Agárrese, vaya preparándose, que el 1 de enero de 2024 entrará en vigor la nueva tarifa del transporte público que se discutirá este jueves en el Ayuntamiento.
Se fue otro año ¿y no hubo aumento a la tarifa del transporte público? Pues tome nota. Desde julio de 2018 cuando se autorizó el incremento de 2 pesos, y pasó de 5 a 7 pesos, no ha vuelto a haber otro aumento, es decir, hace 5 años y 5 meses ha estado congelada la tarifa, situación que, aparentemente, resulta benéfica para los bolsillos de los capitalinos, pero que, en realidad, apostando a la buena voluntad de los concesionarios y permisionarios, ha resultado en detrimento de la calidad del servicio que prestan.
También es un hecho que los empresarios nunca atendieron ni cumplieron con los 18 puntos de mejora que condicionaban su aumento en 2018, pero en realidad no era vinculatorio, es decir, quedaba a la buena fe de los concesionarios y permisionarios mejorar el servicio.
Por parte de la autoridad, el compromiso era analizar la tarifa una vez al año, y tampoco se cumplió, por lo que la atención al problema del transporte público quedó en el limbo, sin la voluntad política de mejorarlo. Luego vino la pandemia y la situación se complicó aún más, y, a falta de la autorización para incrementar el pasaje, los empresarios tuvieron que ir echando mano a prórrogas y hasta autobuses remendados con partes de otros tuvieron que sacar, haciendo padecer a los usuarios de inseguridad a su integridad e incumplimiento de rutas y tiempos.
Bueno, pues agárrese, estando las cosas como están, mañana jueves habrá una sesión de Ayuntamiento donde se discutirá un incremento a la tarifa de 2 pesos, es decir, pasará de 7 a 9 en los urbanos y hasta 11 o 12 y hasta 14 pesos para suburbanos, y le digo pasará porque los empresarios por fin, luego de 5 años, doblaron al Navarro, y el presidente tiene los 9 votos azules y sólo le faltaría el del que siempre va con él, nos referimos al priista Ángel Araujo Betanzos, aparentemente con la condición, ahora sí, de mejorar el servicio, ya que si de 110 autobuses en circulación 60 están fuera de norma, se entiende que ya no cumplan las rutas, por ejemplo la del Carrizo o del ISSSTE y otras hacia la zona sur.
Vaya preparándose, que el 1 de enero de 2024 entrará en vigor esta nueva tarifa, pero eso no es todo, en realidad el incremento es de 3 pesos, y usted dirá ¿Dónde quedó el peso que falta? Bien, pues se lo contesto, ese peso, el tercero, se aumentará una vez pasadas las elecciones, hasta julio de 2024.
¿Será que a Alejandro Navarro ahora sí lo convencieron luego de 5 años 5 meses? Primero habrá qué ver si Navarro tiene en su mano a los empresarios para exigirles que las unidades sean nuevas, tengan cámaras, GPS, los operadores sean amables, vistan bien, cumplan en tiempo y forma con la totalidad de las rutas, brinden seguridad, trato humano, amable, una experiencia de viaje agradable que contribuya a una vida sin tanto estrés para los usuarios, o, si es al contrario, y los empresarios son los que tienen agarrado del pescuezo a Navarro y seguirán haciendo lo que les plazca y que se joda el pueblo, como ha sucedido por décadas, y más sabiendo que el municipio, no los empresarios, a través de la creación de un fondo, pondrá hasta 5 millones de pesos para alivianar a los concesionarios y permisionarios para la instalación de los GPS, entre otras finas atenciones.
¿Qué cree usted que vaya a pasar?
Guanajuato Capital
Anuncian la construcción de un “Mercado Temporal“ que costara 2 millones de pesos en Cerro del Cuarto

Con un costo de 2 millones de pesos, el gobierno municipal anunció la instalación de un nuevo “Mercado Temporal” en la zona de Las Lamas, en el Cerro del Cuarto. La propuesta, presentada como una herramienta de desarrollo económico para la comunidad, despertó más dudas que entusiasmo entre los habitantes.
La promesa oficial es clara: crear un espacio comercial que detone la economía local y mejore la calidad de vida de los vecinos. Sin embargo, el anuncio fue recibido con escepticismo, debido a experiencias previas que no solo fracasaron, sino que dejaron desconfianza en la comunidad.
Una de las principales críticas recae sobre el trasfondo político del proyecto. Quien lo impulsa es la alcaldesa Samantha Smith, figura pública que ha sido señalada en otras ocasiones por aplicar políticas públicas con tintes clientelares. A esta percepción contribuyen los antecedentes: en administraciones anteriores, obras con propósitos similares quedaron en el abandono o resultaron económicamente inviables.
La presentación del proyecto corrió a cargo de la regidora Myriam de Jesús Balderas Figueroa y el regidor José Carlos Domínguez López Velarde, ambos integrantes del PAN. La narrativa oficial gira en torno al impulso económico, pero la experiencia genera una lectura distinta: la de una población que ha sido objeto de promesas cíclicas que rara vez se concretan en beneficios duraderos.
El ejemplo más cercano y que pesa como antecedente, es el del llamado “Mercadito de la Ex Estación del Ferrocarril”, inaugurado durante el gobierno de Alejandro Navarro, esposo de la actual presidenta municipal. Aquel proyecto implicó una inversión cercana a los 7 millones de pesos, y aunque se presentó como una obra de infraestructura de calidad, hoy permanece con locales vacíos, baja actividad comercial y escaso mantenimiento, convertido en símbolo de abandono institucional.
La similitud estructural y narrativa entre ambos mercados llamó ya la atención de observadores y habitantes por igual. Las preguntas sin responder son muchas:
¿Se corrigieron los errores cometidos en la Ex Estación? ¿El mercado responde a una necesidad auténtica o a una estrategia clientelar anticipada? ¿Se garantizará acceso equitativo a los comerciantes o habrá condiciones que dificulten su participación? ¿Existe un plan de sostenibilidad real que justifique la inversión pública? ¿Por qué no se han hecho públicos estudios técnicos o diagnósticos previos?
Asimismo, se suma un dato revelador: durante las primeras reuniones informativas, se anunció a las comerciantes que debían adquirir una sombrilla con un costo de 600 pesos, lo cual alimenta la percepción de que el proyecto tiene una motivación comercial inmediata, antes que una vocación de servicio público.
Además, no se presentaron estudios de factibilidad técnica, diagnósticos económicos ni análisis sociales previos que sustenten la viabilidad del mercado. Esta ausencia de documentos públicos levanta sospechas de opacidad y no descarta la posibilidad de un desvío de recursos públicos, bajo el argumento de una obra social cuya ejecución, hasta el momento, carece de sustento riguroso.
Guanajuato Capital
Los cerros cambian de rostro en Guanajuato: lujo, ecocidio y un cartel inmobiliario tolerado desde el poder municipal

Guanajuato Capital está cambiando de rostro. No se trata de una transformación urbana planeada ni de una modernización ordenada. Lo que está ocurriendo en sus cerros y lo que salta a la vista desde puntos como la plaza de toros o la carretera de Las Enredaderas, a la altura de la unidad deportiva Juan José Torres Landa, es una alerta roja: un ecocidio sostenido por la permisividad oficial y la complicidad entre autoridades municipales y el llamado “cártel inmobiliario”.
En la zona de preservación ecológica del Cerrito de Marfil, se ha documentado un daño ambiental severo. La deforestación avanza sin freno, pese a las denuncias públicas de grupos ambientalistas que desde hace años exigieron frenar esta destrucción. Pero los trabajos no se detienen. Al contrario, se aceleran. Casas de lujo emergen donde antes había vegetación y suelos fértiles y protegidos. La pasividad del gobierno municipal deja entrever que más que negligencia, lo que hay es una estrategia silenciosa de despojo y ganancia.
Esta parte, también conocida como la Ladera de Marfil, es ahora un escaparate de contrastes. Mientras se levantan residencias exclusivas con vistas privilegiadas, justo enfrente en colonias como Presas de Guanajuato, El Edén y Las Águilas, familias de escasos recursos siguen esperando lo básico: agua, luz, calles pavimentadas y seguridad jurídica sobre los terrenos donde viven desde hace décadas.
La desigualdad urbana se hace escandalosamente visible: a las viviendas de lujo les llegan todos los servicios en cuestión de días. A las colonias populares, les han negado por años incluso el derecho a existir formalmente en el mapa de la ciudad.
Pero esta urbanización desbocada ocurre en el peor de los momentos: el municipio no cuenta con un Programa Municipal de Desarrollo Urbano ni un Ordenamiento Ecológico Territorial vigente. Aunque el Ayuntamiento aprobó en marzo enviar el proyecto al Instituto de Planeación del Estado de Guanajuato (Iplaneg), hasta hoy no se ha informado de ningún avance. El documento duerme el sueño burocrático… mientras las construcciones crecen sin freno.
Y esto no parece una coincidencia. La falta de reglas claras abre la puerta a los intereses inmobiliarios que, en un ambiente de opacidad, están remodelando el paisaje sin respetar la vocación ecológica, patrimonial ni social del territorio guanajuatense.
Los cerros, que durante generaciones fueron ocupados por viviendas modestas y comunidades marginadas, hoy son tomados por desarrollos cerrados, bardas altas y calles privadas que fragmentan aún más la ciudad.
Este fenómeno es parte de una transformación profunda y preocupante que ocurre sin consulta, sin estudios públicos, sin reglamentación actualizada. En Guanajuato Capital, el poder inmobiliario avanza mientras la autoridad voltea la mirada.
Guanajuato Capital
Alejandro Navarro enfrenta denuncia penal por presunto conflicto de interés y daño ambiental

Alejandro Navarro Saldaña, exalcalde de Guanajuato Capital y esposo de la actual presidenta municipal, Samantha Smith, enfrenta una denuncia penal por presunto conflicto de interés, daño ambiental y corrupción. El epicentro del escándalo: una zona ecológicamente protegida arrasada por maquinaria, y negocios familiares que, según la acusación, fueron favorecidos desde el poder público.
Los hechos se remontan a 2020, cuando sin permisos oficiales ni consulta ciudadana, se abrió un camino en una área verde de la ciudad: el cerro de las Eredaderas, dentro del polígono conocido como Quinta Marfil. Más de 2 mil metros cuadrados de vegetación fueron arrasados. A esa herida en el paisaje, activistas y medios locales la bautizaron como “el Arañazo”.
El trazo vial atraviesa terrenos propiedad de Guillermo Smith, suegro del exalcalde y padre de la actual edil, Samantha Smith, lo que evidenció un presunto conflicto de interés. Lejos de ser un simple accidente administrativo, el caso se convirtió en símbolo de algo más profundo: el uso del poder para cimentar proyectos familiares, aún a costa del patrimonio natural de todos.
Fue la activista y exregidora Paloma Robles Lacayo quien, junto con los ciudadanos Fernando Revilla y Julio César Rodríguez, integrantes del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción, presentó formalmente la denuncia ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción. El fiscal Marco Antonio Medina Torres recibió el documento, en el cual se solicita investigar posibles delitos por tráfico de influencias, abuso de poder y daño ambiental.
Pero el conflicto no termina ahí. La denuncia también abarca supuestas irregularidades en la operación del Museo de las Momias, ícono turístico de la ciudad. Según la acusación, durante la administración de Navarro se promovieron alzas en las tarifas del museo municipal que desequilibraron la competencia con otros museos, privados, administrados por la familia política del exalcalde. Una estrategia que, de comprobarse, no solo sería desleal, sino ilegal.
Mientras la sociedad exigía una respuesta firme ante la devastación en Marfil, la Dirección de Medio Ambiente municipal optó por una ruta cuestionable: en lugar de suspender de inmediato la obra, inició un proceso para regularizarla. Fue la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) quien finalmente clausuró el área y detuvo el avance de la urbanización. Un gesto que llegó tarde, pero que salvó lo que aún queda en pie.
Hoy, los guanajuatenses se preguntan hasta qué punto se han permitido estas prácticas a la sombra del poder. ¿Cuántas veces más los intereses particulares tendrán la fuerza para borrar caminos verdes y reemplazarlos por calles de concreto que conducen al lucro?
La denuncia avanza, pero el juicio ciudadano ya comenzó… Este caso habré la discusión urgente sobre ética pública, corrupción estructural y el valor de nuestras reservas naturales.
Porque cuando el poder sirve para enriquecer a los de siempre, y cuando los cerros son mutilados por intereses privados disfrazados de desarrollo, lo que está en juego no es solo es un futuro o el prestigio de un político. Lo que se juega es la dignidad misma de una ciudad que, en medio de su belleza, aún clama por justicia.
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