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Accidentes

A las dos de la tarde comenzó a incendiarse la Casa de Don Nacho en el callejón Guamúchil.

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De nueva cuenta, las llamas se hicieron presentes en la Casa de Don Nacho, en el callejón de Guamúchil en el centro de la ciudad. Y aunque personal de bomberos y de la policía municipal se hicieron presentes muy pronto en el lugar, poco pudieron hacer ante las llamas, que de forma heroica fueron controladas por los vecinos, que, desde las azoteas de las casas contiguas, aventaban agua por medio de cubetas y mangueras.
Sin embrago, el incendio avanzaba hacia adentro del inmueble, lugar que levantaba llamaradas de 3 metros de altura que comenzaron a afectar las edificaciones contiguas, que muy pronto comenzaron a calentarse y a acumular humo negro en su interior, creando condiciones de inflamabilidad, ante la tardanza de la conexión de la manguera de los bomberos, necesaria para avanzar en el control del incendio.
Así que además de controlar el incendio en los cuartos del terreno de la casa, se comenzaron a aventar chorros a las paredes de las construcciones aledañas, para enfriar las paredes que, ante lo copioso del incendio, comenzaron a presentar evidencias de calentamiento y peligro de colapso, por lo alto de las temperaturas alcanzadas, durante el siniestro que necesitará ser explicado por las autoridades ante la extraña serie de acontecimientos que le han sucedido a Don Nacho.
Que hay que decirlo, se encontraba trabajando como cargador y haciendo mandados en la verdulería como acostumbra, de donde al ser avisado se dirigió a ver que estaba sucediendo en su propiedad que, se puede decir, fue totalmente carbonizada, es decir, perdida total, el se dice dispuesto a esperar lo que venga, dando una muestra del espíritu incansable de su personalidad, al grado que decidió, regresar a su trabajo para ganarse las propinas que lo ayudan a sobrevivir día a día en esta ciudad.

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Fue localizada Guadalupe Barrera, “La Señora de las Tunas”

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Tras varios días de incertidumbre y angustia, Guadalupe Barrera Reyes, conocida en su comunidad como “La Señora de las Tunas”, fue finalmente localizada con vida. La mujer de 66 años, originaria de La Sauceda, Guanajuato, había desaparecido el sábado 26 de julio a las 9pm de la noche se supo de ella, luego de ser vista por última vez en San Martín del Terrero, en el municipio de Dolores Hidalgo, donde presuntamente pedía “raite” tras haberse desorientado al viajar en el transporte público.

Su búsqueda activó una cadena de solidaridad entre habitantes de distintas comunidades rurales, quienes difundieron su fotografía y formaron brigadas improvisadas para intentar dar con su paradero. Testimonios señalaron que fue vista posteriormente en Santa Catarina, aún más alejada de su lugar de origen, lo que generó mayor alarma entre su familia y vecinos, pues se temía que, debido a su edad, pudiera haber confundido caminos o abordado un vehículo que la llevará aún más lejos.

Durante las horas que estuvo extraviada, se sumó la respuesta por parte de autoridades municipales y estatales ya que apoyaron a buscarla en vehículos por tierra y aire..

Guadalupe, reconocida por su venta de tunas en la región y apreciada por su carácter tranquilo y trabajador, fue localizada con vida cerca de las 6 de la tarde en una zona serrana de la sauceda en condiciones de aparente deshidratación y agotamiento físico tras haber pasado 2 noches al intemperie expuesta a la condiciones climáticas y entre el riesgo de fauna nativa. Su caso reavivó la conversación sobre la vulnerabilidad de las personas adultas mayores en comunidades rurales, especialmente cuando enfrentan episodios de desorientación y no cuentan con redes institucionales efectivas para su pronta localización.

Aunque el desenlace fue favorable, la experiencia dejó claro que el tiempo corre en contra cuando se trata de desapariciones.

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“Una muerte anunciada: el peligro ignorado del uso de la pirotecnia en las tradiciones religiosas

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Refugio Muñoz Galicia tenía 65 años. Acompañaba, como cada año, la procesión religiosa del barrio de Cohuaca en Contla de Juan Cuamatzi, Tlaxcala. Supuestamente era una tarde de fe y comunidad. Sin embargo, a las 2:10 p.m. El domingo 27 de julio, la devoción se tiñó de tragedia: un “cuete” impactó contra su pierna derecha, causándole heridas tan graves que perdió la vida horas después en el Hospital General de Tlaxcala.

Aparentemente fue un error humano. Un mal cálculo del encargado de lanzar la pirotecnia. Sin embargo, esta no es la primera vez que un evento religioso termina en desastre. Ni será la última, mientras la improvisación y la costumbre sigan teniendo más peso que la prevención y la responsabilidad.

Lo que debía ser una manifestación de fe colectiva se convirtió en una escena de caos. El estallido causó pánico, crisis nerviosas y una sensación de impotencia que aún sacude al municipio. La Guardia Nacional y el Ejército acudieron a la zona. La Coordinación Estatal de Protección Civil (CEPC) y el CRUMT intentaron contener la emergencia. Pero para Refugio ya era demasiado tarde.

El gobierno municipal de Contla emitió su pésame en redes sociales. Un mensaje de solidaridad, acompañado de un llamado a “tomar precauciones” con el uso de pirotecnia. Pero, ¿es suficiente? ¿Dónde están los protocolos preventivos? ¿Quién capacita a quienes manejan explosivos entre multitudes? ¿Cuántas tragedias más hacen falta para que algo cambie?

Este no fue un accidente inevitable. Fue la consecuencia de una cadena de omisiones. Porque, aunque se repita cada año, no hay tradición que justifique la muerte.

El dolor de la familia Muñoz Galicia no debe quedarse solo como recuerdo de una misa o un acto protocolario. Su pérdida debe marcar un antes y un después: en la forma en que se entienden y organizan los eventos públicos, y en la responsabilidad que las autoridades asumen  o evaden cuando se juega con fuego… literalmente.

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Avión militar se estrella sobre una escuela en Daca y deja al menos 19 muertos

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Guanajuato, Gto. – Un avión de entrenamiento de la Fuerza Aérea se estrelló contra una escuela en la capital, dejando un saldo de al menos 19 personas fallecidas, la mayoría de ellas estudiantes de entre 8 y 12 años.

El siniestro suceso ocurrió en la escuela Milestone, situada en el noreste de Daca. La aeronave, un caza F-7BG de fabricación china, había despegado alrededor de la 1:06 am y debido a la zona horaria, se precipitó al suelo pocos minutos después impactando directamente en el campo escolar.

Las causas del accidente aún no han sido determinadas y se ha abierto una investigación oficial.

“Hubo un gran trueno, luego una sacudida como un terremoto. Después todo se incendió” relató un estudiante de 18 años que se encontraba en el patio en el momento del impacto.

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El piloto, que se encontraba realizando maniobras de rutina, falleció producto de las heridas sufridas en el accidente, confirmó el servicio de prensa de las fuerzas armadas. Además de las víctimas fatales, más de 100 personas resultaron heridas, muchas de ellas con quemaduras de gravedad.

Según el director del Instituto Nacional de Quemados de Daca, al menos 20 estudiantes se encuentran en estado crítico y 83 personas ya han sido hospitalizadas.

Las escenas posteriores fueron desoladoras. Equipos de rescate trabajaron durante horas entre los escombros calcinados, trasladando a víctimas en camillas mientras familiares llegaban desesperados en busca de noticias.

Las autoridades han declarado un día de luto nacional por lo que ya se considera la peor catástrofe aérea en la historia reciente del país.

El gobierno ha prometido apoyo total a las familias afectadas y una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad aérea. Mientras tanto, en los pasillos de los hospitales y en las calles de Daca, el dolor se impone como una herida abierta.

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Padres, maestros y compañeros de clase tratan de entender una tragedia que, en cuestión de segundos, arrebató sueños y dejó una marca profunda en el corazón de Bangladesh.

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