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Gente

Prometen cuando necesitan votos y nunca hacen nada

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Guanajuato, Gto. 04 junio 2025.– Esto ha ocurrido en varias ocasiones para la gente que vive en las comunidades de Ciénega del Pedregal y Cajones, pues en cada temporada de lluvias batallan muchísimo para atravesar dos ríos. Uno de ellos es de aguas negras y, el otro, es de agua “limpia” que viene desde una montaña. Cuando ambos llevan mucha agua es imposible pasarlos sin mojarse los zapatos y parte de los pantalones, además se corre el riesgo de agarrar un hongo en los pies si se toca directamente el agua con restos fecales.

El gobierno del estado, cada vez que necesitan votos, pasan por las comunidades prometiendo un puente que facilite a los transeúntes cruzar el río en estas temporadas. Esto ha ocurrido varias veces y, para sorpresa de nadie, dicho puente no tiene fecha de inicio… Se trata de promesas vacías del gobierno pasado y de muchos otros anteriores.

La única opción viable es esperar un camión que pasa cada hora y que va hasta ambas localidades. No obstante, a muchos no les cuadra el tiempo con sus deberes y tienen que caminar. Los que corren con suerte les echan un rait, otros se arriesgan a pasar por un escueto tubo que está más abajo del río con la esperanza de no mojarse y llegar secos a sus hogares. De vez en cuando hay piedras de un tamaño considerable en uno de los bordes del río, a un costado de donde pasan los autos como una alternativa, muy recurrente, para que los que tengan buen equilibrio pasen.

A pesar de estos “métodos” que la gente utiliza, ha habido casos en que, sobre todo alumnos de secundaria, caen del tubo estrecho a la corriente que en su fondo yacen muchísimas piedras. Hay un peligro latente de que las personas puedan lastimarse se manera seria.

El gobierno actual ha prometido lo mismo: un puente, ¿cree usted, lector, que la gente de las comunidades de Ciénega del pedregal y Cajones puedan tener al fin el puente que les permita cruzar sin peligro en estas temporadas?

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Basta de promesas solo para llegar a un beneficio propio. El gobierno trabaja para el pueblo y no para el beneficio propio, pero se ha visto todo lo contrario…

Usted, quien lee esto ¿conoce un caso similar como el que atraviesan ambas localidades, que hacen promesas y no las cumplen y, cuando necesitan votos, regresan con la misma promesa?

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Cultura

El Charro Negro de la Sierra de Santa Rosa

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Cuentan los viejos de la Sierra de Santa Rosa de Lima, allá donde el aire se viste de neblina y los pinos murmuran con el viento, que habita un alma en pena: el Charro Negro.

Hace siglos, cuando Guanajuato era un hervidero de mineros y arrieros, un bandido astuto se hizo de una fortuna robada. Plata, monedas y joyas arrebatadas a quienes descendían de las minas pasaron a sus manos, pero la codicia no perdona. Traicionó a sus propios compañeros y, perseguido por justicia y ladrones, buscó refugio en lo profundo de la sierra.

Allí, dicen, desesperado y con el tesoro al cuello, pronunció palabras prohibidas. Ofreció su alma al diablo a cambio de que nadie le arrebatara jamás sus riquezas. El pacto se cumplió, pero con un precio: su cuerpo se desvaneció en las sombras y su espíritu quedó condenado a cabalgar eternamente por los montes de Santa Rosa.

Desde entonces, los arrieros que se atrevían a cruzar la sierra en la noche hablaban de un galope que retumbaba entre las barrancas. Algunos juraban haber visto un jinete de traje oscuro, montado en un caballo negro, cuyos ojos brillaban como brasas encendidas en la oscuridad. Con voz profunda, el espectro ofrecía riquezas sin fin a quienes se atrevieran a seguirlo… pero ninguno de los que aceptaron volvió jamás.

Hoy en día, los pobladores todavía advierten a los viajeros: “Si escuchas cascos resonando en la tierra húmeda, no mires atrás. No respondas al llamado. El Charro Negro aún vaga en busca de compañía, guardando el tesoro maldito que lo ata a esta tierra para siempre.”

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Y así, entre la neblina y el silencio de los bosques, su galope se mezcla con el viento, recordando a todos que la codicia y los pactos oscuros nunca traen redención.

¿Te atreverías a cruzar la Sierra de Santa Rosa a oscuras? ¡Cuéntanos en los comentarios!

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Cultura

Los hidrantes en Guanajuato capital: historia, utilidad y cultura urbana

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En una ciudad como Guanajuato capital, marcada por su trazo irregular, sus túneles y callejones, los hidrantes se convirtieron en un elemento urbano fundamental tanto en términos de seguridad como de identidad visual. Aunque hoy en día suelen pasar desapercibidos, estos dispositivos cuentan con una historia estrechamente ligada al desarrollo urbano, los incendios del pasado y la adaptación de la ciudad a las necesidades modernas.

La presencia de hidrantes en Guanajuato remonta su origen a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la ciudad comenzó a adoptar medidas más organizadas de protección civil. En un territorio minero, donde la madera y los materiales inflamables abundaban en casas y talleres, los incendios representaban un riesgo constante.


La instalación de los primeros hidrantes fue una respuesta a esa necesidad: contar con accesos rápidos al agua de la red pública para sofocar siniestros que podían poner en peligro no solo viviendas, sino también templos, plazas y edificios históricos.

La dificultad de colocar hidrantes en una ciudad tan peculiar como Guanajuato fue otro factor interesante. Debido a su relieve y al trazado estrecho de las calles, los hidrantes tuvieron que distribuirse de manera estratégica: en esquinas de plazas, cercanos a túneles, y en puntos clave de barrios históricos.

Algunos de ellos aún conservan un aspecto antiguo, pintados de rojo intenso o amarillo, contrastando con las fachadas coloridas que caracterizan al centro. Con el tiempo, no solo se volvieron parte del mobiliario urbano, sino también una especie de “huella silenciosa” de cómo la ciudad fue adaptándose a los tiempos modernos.

En la cultura guanajuatense, los hidrantes también han sido resignificados. Muchos de ellos, al estar ubicados en zonas de gran tránsito turístico, forman parte del paisaje fotográfico que se llevan los visitantes sin siquiera notarlo. Además, los artistas callejeros y fotógrafos locales han sabido integrar su presencia en la estética de las calles empedradas, convirtiéndolos en detalles que dotan de personalidad al espacio urbano.

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Hoy, los hidrantes de Guanajuato no solo cumplen una función de seguridad vital, sino que también representan el diálogo entre pasado y presente. Son testigos de cómo una ciudad con raíces virreinales y alma minera logró modernizarse sin perder su esencia colonial. En ellos se refleja la capacidad de adaptación de Guanajuato: un sitio que, entre callejones y túneles, sigue cuidando a su gente y su patrimonio a través de estos discretos guardianes de hierro.

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Gente

Guanajuato en la lista negra: tercer estado con más violencia familiar contra la infancia

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Guanajuato se coloca en una posición alarmante al ocupar el tercer lugar nacional en casos de violencia familiar contra niñas, niños y adolescentes con más de 18 mil atenciones médicas registradas entre 2018 y 2024. Lejos de ser una cifra aislada, este dato refleja una crisis estructural donde la niñez no encuentra seguridad ni siquiera dentro de su propio hogar, espacio que debería ser de protección y cuidado.

De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), la mayoría de las víctimas en Guanajuato son adolescentes mujeres de entre 12 y 17 años, lo que expone no solo la vulnerabilidad de este sector, sino también la persistencia de patrones de violencia machista que continúan reproduciéndose en el núcleo familiar.

Resulta preocupante que en la mayoría de los casos los agresores sean parejas, familiares cercanos o incluso la propia madre, lo que desnuda la falta de redes de apoyo y prevención efectivas.

Aunque en los últimos años se reporta una ligera disminución en las atenciones médicas a nivel nacional, los números en Guanajuato siguen siendo alarmantes y muestran un problema que no se resuelve con estadísticas a la baja. La violencia contra la infancia no se limita a golpes físicos: deja secuelas emocionales, trastornos de ánimo, ansiedad, depresión y, en casos extremos, embarazos tempranos, condenando a la niñez a un futuro de desigualdad y desprotección.

Mientras estas acciones no se prioricen, el estado seguirá ocupando un lugar vergonzoso en la lista negra de violencia familiar en México.

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Seguridad

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