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México

Niños de la comunidad indígena de José Joaquín Herrera, Guerrero, se unen contra el narco y patrullan su territorio en busca de paz.

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EN La comunidad indígena de José Joaquín de Herrera, cada vez más aislada y pobre, pone a desfilar a los infantes en una nueva prueba de fuerza y petición de auxilio contra el narcotráfico con armamento.

Bajo un sol abrumador, los niños armados desfilan uno tras otro lanzando vivas a los huérfanos, a las viudas, a los pueblos originarios, al general Zapata. “¡Viva! ¡viva! ¡viva!”. Por tercer año consecutivo, los menores se han sumado a los adultos de la policía comunitaria en una suerte de desfile militar que es una llamada de auxilio al Gobierno de México y también una demostración de fuerza ante los grupos de delincuencia organizada que los asedian en la Montaña Baja del Estado de Guerrero.

Son ya apenas una irreductible aldea de 600 habitantes en una zona donde el cultivo de la amapola ha ido ganando terreno a tiros.  Los Ardillos, un grupo de delincuentes, quieren la tierra y la mano de obra semi-esclava para la goma de opio.

Quien no se alinea lo paga caro, Y en el municipio de José Joaquín de Herrera no quieren plegarse.

El año pasado, la estrategia de armar a los niños, bien que sea con escopetas de juguete para los de siete a 12 años, dio resultado. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador se vio obligado a reaccionar ante la alarma internacional.

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¡Niños armados en México! Este año, la policía comunitaria ha apretado el pulso aun más: los chavos han disparado al aire en un abierto del campo después de lanzar consignas y exigir al Gobierno “que apoye a las viudas, huérfanos y desplazados.

Ya basta de delincuencia y discriminación a los pueblos indígenas de México”. Los tiros también parecían de juguete, pero no lo eran.

La defensa armada de estas comunidades nació con un objetivo de seguridad comunitaria, pero, al tiempo, se fue convirtiendo en un grupo cuasi militar al que ahora suman a los niños para irles formando. ¿Por qué implicar a los niños? ¿Por qué criarles con una escopeta en las manos? “El Gobierno no les ha cumplido.

La hilera de soldaditos de cabello negro y piel oscura desfila por el pueblo. Llevan gorra de visera y calzan huaraches de cuero rígido. Con un paliacate atado al cuello se cubren la nariz y la boca, como si fueran guerrilleros mínimos. Muñequitos de carne y hueso que sonríen con todos los dientes ante el paquete de galletas. El polvo de las calles de terracería lo cubre todo y el sol no da su brazo a torcer. Portan armas de madera, pistolas de juguete; los más pequeños enarbolan palos. Y lanzan vivas tras del vehículo de la megafonía. Casi parece un día de fiesta. La procesión la han encabezado las mujeres, que tienen poca voz en estos pueblos. Después van los críos, luego los adultos. Sus escopetas también delatan años de lucha: las cachas gastadas, el cañón sin brillo, correajes caseros. Más que una demostración de fuerza parece un ejército que vuelve a casa tras años de batalla. Derrotado.

La ausencia del Estado en esta zona es manifiesta. ¿Están en el abandono? “Se podría decir que sí. Ante un discurso simplificado que todo lo atribuye al narco, las autoridades acaban mirando para otro lado, no hay nada que hacer, parecen decir”,

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México

5 de mayo: la batalla que detuvo a un imperio.

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Era la mañana del 5 de mayo de 1862. Las campanas en Puebla apenas habían terminado de sonar cuando el estruendo de los cañones comenzó a sacudir la tierra. En uno de los momentos más gloriosos de la historia de México, un ejército de ciudadanos y soldados mal armados se enfrentó al poderío militar más temido del planeta: las tropas invasoras de Napoleón III.

El mando mexicano estaba en manos de un joven general, Ignacio Zaragoza, quien lideraba al Ejército de Oriente con determinación y coraje. Del otro lado, el general francés Charles Ferdinand Latrille, con apenas días antes jactándose ante su gobierno de que bastaban 6 mil soldados para “ser dueño de México”. Su convicción se basaba en la creencia de que tenían superioridad no solo militar, sino incluso de “raza” y “moralidad”.

Pero en los fuertes de Loreto y Guadalupe, el pueblo mexicano les dio una lección que retumbó en todo el mundo.

Durante horas, el combate fue encarnizado. La niebla de la pólvora se mezclaba con los gritos de guerra y el barro de la trinchera. Lo que parecía una victoria anunciada para Francia, terminó en una humillante derrota. La arrogancia se estrelló contra una muralla de dignidad, orgullo y valentía.

El ejército francés, considerado el mejor organizado y más poderoso del siglo XIX, cayó ante la convicción de una nación que no se rinde. Ese día, las armas nacionales se cubrieron de gloria.

La Batalla de Puebla no solo fue una victoria militar: fue un acto de soberanía que unió a los mexicanos y les recordó de qué están hechos. En esa epopeya que duró hasta el anochecer, nació una identidad forjada en la resistencia, una historia que aún hoy inspira.

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Porque el 5 de mayo no es solo una fecha en el calendario. Es una advertencia para los imperios y un orgullo eterno para quienes llevan a México en el corazón.

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México

¿Choque y pérdida cultural a causa de la gentrificación?

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El térmico de la gentrificación es cada vez más sonado y no solo eso, es una situación que se experimenta a diario en las ciudades, playas o pueblos mágicos del país al ver extranjeros residir indefinidamente. En la capital de México, este choque y desplazamiento de cultural ya se puede apreciar en zonas que están, en su mayoría, gentrificadas por extranjeros como, por ejemplo, la modificación de espacios urbanos para adaptarse a los gustos de estas personas, anuncios en otro idioma que no es oficial o nativo del país, aumento de precios en viviendas y desplazamiento de los locales, etc.; afectando así el tejido cultural de cada localidad.

¿Por qué se produce la gentrificación? Por lo barato que resulta a los extranjeros, que provienen de una país desarrollado, el vivir aquí; Por las revitalizaciones de las zonas volviéndolas atractivas.

La gentrificación no solo provoca desplazamientos, sino que genera cambios significativos en la dinámica social de las los espacios afectados. Los nuevos residentes traen consigo un estilo de vida diferente en costumbres, hábitos de consumo y formas de socialización que no siempre son compatibles con los modos de vida de los locales.

Un ejemplo de esto es la llegada de nuevos comercios y servicios orientados a las clases económicas medias altas a altas: tiendas de lujo, restaurantes gourmet, cafeterías con especialidades que reemplazan los mercados, las fondas y los negocios familiares con las que muchos residentes se mantenían y que la gran mayoría podían acceder a los servicios. Esta transformación de mercado ocasiona una disminución a la diversidad cultural y económica, ya que los residentes originales no pueden costearse una vida en la zona, dando como resultado una fragmentación social.

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Pero esta transformación no solo repercute en los espacios físicos porque, a medida de que los espacios cambian y se adaptan a otras realidades económicas y sociales, las tradiciones corren el riesgo de desaparecer, ¿cómo? Por la pérdida de espacios para llevar a cabo celebraciones tradicionales, la disminución de la población local que pueda sostener dichos rituales, también puede desincentivar a los jóvenes a aprender y practicar tradiciones culturales porque, hay casos donde sucede, que se empieza a valorar más las influencia externas que las propias. El resultado: la identidad cultural de una comunidad se diluye.    

La gentrificación es tiene un impacto, al menos en México, complejo y multifacético. No se trata de generar odio hacía las personas extranjeras que ya viven aquí, sino comprender que la solución a este problema es las intervenciones urbanas deben ser diseñadas con un enfoque inclusivo que respete y valore la historia, la cultura y tenga en cuenta a los habitantes originarios de la zona. Promover, además, iniciativas para dialogar y encontrar puntos en común con las regiones ya gentrificadas. 

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¿Choque y pérdida cultural a causa de la gentrificación?

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El término de la gentrificación es cada vez más sonado y no solo eso, es una situación que se experimenta a diario en las ciudades, playas o pueblos mágicos del país al ver extranjeros residir indefinidamente. En la capital de México, este choque y desplazamiento de cultural ya se puede apreciar en zonas que están, en su mayoría, gentrificadas por extranjeros como, por ejemplo, la modificación de espacios urbanos para adaptarse a los gustos de estas personas, anuncios en otro idioma que no es oficial o nativo del país, aumento de precios en viviendas y desplazamiento de los locales, etc.; afectando así el tejido cultural de cada localidad.


¿Por qué se produce la gentrificación? Por lo barato que resulta a los extranjeros, que provienen de un país desarrollado, el vivir aquí y por las revitalizaciones de las zonas volviéndolas atractivas.
La gentrificación no solo provoca desplazamientos, sino que genera cambios significativos en la dinámica social de los espacios afectados. Los nuevos residentes traen consigo un estilo de vida diferente en costumbres, hábitos de consumo y formas de socialización que no siempre son compatibles con los modos de vida de los locales.
Un ejemplo de esto es la llegada de nuevos comercios y servicios orientados a las clases económicas medias altas a altas: tiendas de lujo, restaurantes gourmet, cafeterías con especialidades que reemplazan los mercados, las fondas y los negocios familiares con las que muchos residentes se mantenían y que la gran mayoría podían acceder a los servicios. Esta transformación de mercado ocasiona una disminución a la diversidad cultural y económica, ya que los residentes originales no pueden costearse una vida en la zona, dando como resultado una fragmentación social.
Pero esta transformación no solo repercute en los espacios físicos porque, a medida que los espacios cambian y se adaptan a otras realidades económicas y sociales, las tradiciones corren el riesgo de desaparecer, ¿cómo? Por la pérdida de espacios para llevar a cabo celebraciones tradicionales, la disminución de la población local que pueda sostener dichos rituales también puede desincentivar a los jóvenes a aprender y practicar tradiciones culturales porque, hay casos donde sucede, que se empieza a valorar más las influencia externas que las propias. El resultado: la identidad cultural de una comunidad se diluye.
La gentrificación es tiene un impacto, al menos en México, complejo y multifacético. No se trata de generar odio hacia las personas extranjeras que ya viven aquí, sino comprender que la solución a este problema es las intervenciones urbanas deben ser diseñadas con un enfoque inclusivo que respete y valore la historia, la cultura y tenga en cuenta a los habitantes originarios de la zona. Promover, además, iniciativas para dialogar y encontrar puntos en común con las regiones ya gentrificadas.

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