Se le viene la noche a Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, luego de que las máximas autoridades militares, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley, expresaron “dolor” e “ira” tras el retiro estadunidense de Afganistán, país que quedó en manos de los talibanes, contra quienes combatieron durante 20 años.

Reflexionaron sobre el conflicto que se cobró la vida de 2,461 soldados estadunidenses, incluyendo 13 en un ataque suicida del Estado Islámico el 26 de agosto, mientras se desarrollaba la evacuación desde el aeropuerto de Kabul.

Consideran ridículo que hayan ido a la guerra a combatir a los talibanes y 20 años después los talibanes prácticamente los han echado.

Sin mencionar al presidente Joe Biden, Austin reconoció la oleada de sentimientos intensos sobre la guerra que comenzó con el derrocamiento de los talibanes del poder a fines de 2001, y que acaba de terminar con el cuestionado y caótico repliegue en medio del regreso del Talibán al poder.

O puede que a Biden se le venga la claridad, porque el señor de la guerra deja tan inestable la región que bien puede organizar lo que sabe hacer muy bien: la guerra.

Esta frustración expresada por la milicia tendría un costo político contra el ex presidente Donald Trump, el pacifista, y le sirve de pretexto a Joe Biden para arengar al ejército en otra campaña en la región.

Deneck Inzunza.

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